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El Malvado Sonriente

Nunca deja de sorprenderme. El mayor enemigo que una persona puede encontrarse siempre será aquel que aparezca con una sonrisa en la boca.

He podido ver la película de Quentin Tarantino, Malditos bastardos, pero no te asustes, no comentaré absolutamente nada que te haga descubrir un ápice de su trama. Perdóneseme decir que aunque lo parezca, no es una película de acción. El marco de una venganza, del escarnio aceptable y un retoque histórico arriesgado, pero eficaz, enmarcan la que creo que es una ingeniosa obra repleta de personajes que con un mejor montaje y algo más de tiempo (y eso que la película son dos horas y media) podrían haber rozado la perfección.

Sin embargo no hablaré más de la película, pero sí de un personaje que me ha parecido fabuloso. El coronel Landa, o a quien espero le galardonen con un Oscar Christoph Waltz.

Su interpretación del coronel nazi Hans Landa, un oficial de inteligencia tan histriónico como despiadado, de elegantes ademanes y capaz de expresarse en varios idiomas (en el film se luce hablando en inglés, francés, alemán e italiano) convirtió a Waltz, que hasta allí sólo había hecho cine europeo, en una celebridad internacional.

“Todo lo que se dice de Tarantino es cierto -reconoce Waltz, que revela una gran capacidad de observación-. Es genial, salvaje, loco, exuberante. Pero al mismo tiempo es sensible, atento y generoso. Trata muy bien a los demás y respalda todo el tiempo a sus actores.”

De exquisitos modales y siempre sonriente, dueño de una tranquilidad envidiable, Waltz dijo que su primera reacción frente al personaje “fue como una torta de cumpleaños que después te cae mal”. Subrayó la importancia de haber iniciado la película con el ” Había una vez… ” de las fábulas, pero visto desde una perspectiva mucho más seria.

Y ¿porqué me ha gustado tanto? Pues porque ya más de un año, escribía acerca de un oscuro personaje que nos acecha en las organizaciones: El malvado sonriente. Pues bien, este personaje sería el perfecto malvado sonriente.

Esta curiosa especie utiliza sus mejores armas de educación, amabilidad y seducción para conseguir introducir en nuestras cabezas ordenes camufladas de peticiones capciosas. Son realmente buenos en camuflar una manipulación y cuando nos queremos dar cuenta, ya estamos haciendo lo que ellos y ellas querían, y aunque todos tenemos un punto de malvado sonriente, lo cierto es que hay personas realmente expertas en utilizar la culpa y el victimismo con estas artes.

Siempre parecerá que están actuando por tu bien y que incluso siempre han querido lo mejor de ti, pero mientras tejen su futuro y te usarán hasta que ya no les seas necesario. Personas que nunca sabrás si realmente son lo que parecen o parecen lo que son, pero que por suerte para ti, hay una manera de identificar.

Revisando mis manuales para saber cómo enfrentarnos a este tipo de personas, debemos siempre pedir ayuda y feedback a personas externas a la organización sobre nuestros actos. Si ante una actuación concreta, nuestro confidente dice “no sé como estás haciendo eso” o “no entiendo cómo tragas” y nos descubrimos diciendo “bueno, es que no es como tú lo ves” tendremos que poner atención. Si lo decimos dos veces, cuidado. Pero si llega un día en el que lo tenemos que decir tres veces, te comunico que seguramente tienes a un malvado sonriente cerca.

Otra técnica es dar la vuelta a la situación y ante una reclamación y un encargo concreto que tú has realizado, devuelve tú la petición. Si la persona accede a hacerte el proyecto o favor, era todo una falsa alarma. Pero lamentablemente el malvado sonriente no suele darse cuenta de que estás actuando para pillarle ya que está demasiado ocupado en su plan magistral.

Una especie curiosa, sin duda de mis favoritas, porque al fin y al cabo, puestos a encontrarnos con gente que intente manipularnos por la vida… al menos que lo hagan con buenos modales y una sonrisa ¿no?

14 septiembre 2009 at 12:00 am Deja un comentario


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